miércoles, 28 de enero de 2015

Noodles de arroz integral con curry de verduras, tempeh y leche de coco


Una canción para cocinarlos mejor: The Twist - Frightened Rabbit (2008) es al menos tan sexy como este plato y os dará todo el human heat que necesitéis.

Es imposible que a alguien no le gusten los noodles. ¡Im po si ble! Sí, porque estos deliciosos tallarines tienen tantas medidas y se pueden comer con tantos ingredientes diferentes que no podemos creer que exista ni una persona que no encuentre ni una combinación que la satisfaga! Nuestros favoritos siempre tienen que incluir verduritas crujientes salteadas, tempeh o tofu y, fundamental, una salsa deliciosa, sabrosa y rica que una todos los ingredientes a la perfección. Por esto hoy os presentamos unos fantásticos tallarines de arroz integral casados con un increíble curry de verduras y leche de coco.


Ingredientes para 2 personas:
90g de noodles de arroz integral
350ml de leche de coco
1 puerro
1 zanahoria mediana
6 judías planas
125g de tempeh
2 cucharaditas de curry
cúrcuma, pimentón dulce, pimienta negra y sal
aceite OVE
unas hojas de cilantro


Cortamos en trocitos de la misma dimensión todos los vegetales y el tempeh. En una sartén ponemos dos cucharadas de aceite a calentar con todas las especias (2 cucharaditas de curry y una puntita de cúrcuma y pimentón dulce). Cuándo las especias empiezen a hacer burbujas, vertemos todos los vegetales en la sartén, los salteamos a fuego vivo durante dos minutos y finalmente bajamos el fuego, vertemos la leche de coco, sazonamos con sal y pimienta al gusto y dejamos cocinar durante al menos 10 minutos. Apagaremos el fuego cuándo la crema esté tan densa como nos guste. 
Mientras tanto, ponemos los noodles a cocinar en agua salada hirviendo. Cuándo los noodles estén al diente, los vertemos en la sartén con el curry de verduras y leche de coco, los mezclamos bien y servimos con dos hojitas de cilantro fresco encima. -Anna&Marco-



sábado, 24 de enero de 2015

Meriendas de cuento en Sweet Dreams


Sweet Dreams
Calle Regomir, 4 bis
08002 Barcelona

Una canción para encontrarlo: Holocene - Bon Iver (2011).

Escondida en lo más profundo del Barri Gòtic, donde un bosque de callejuelas serpentea hasta abrirse en la amplitud de plaça Sant Jaume, esta pequeña pastelería totalmente familiar espera a sus visitantes como la casita de pan de jengibre de Hansel y Gretel, lista para dejarles sin palabras. El punto es que sus dueños, una encantadora pareja de ángeles pasteleros, no se han contentado con ser increíblemente amables, o con transformar una habitación obscura en una preciosa sala de the con detalles vintage, o con llenar su pequeño escaparate con tartas, galletas, bizcochos y muchas más delicias, ¡NO! ¡Han hecho mucho más! Han engendrado un auténtico milagro culinario, infundiendo a unos productos estéticamente extraordinarios unos sabores imposibles de encontrar en cualquier otra pastelería anglosajona o americana. Sí porque, seamos sinceros, ¿cuántas veces os ha pasado de quedaros atontados delante de una barra rebosante de infinitas "variedades" de tartas y cupcakes, elegir uno y descubrir que no tiene sabor alguno, o sabe sólo a mantequilla, o a azúcar y que en realidad la única cosa que varía son los colorantes usados? Pues, esto es justo lo que no os pasará nunca en Sweet Dreams: aquí una tarta Red Velvet soprende por su sabor a cacao, por la viveza de los frutos rojos que lleva y por el toque cremoso de la crema de queso que la acompaña; aquí la tarta de chocolate, crema de avellanas y nata sabe a chocolate, a avellanas y a nata; aquí los bagels (sobre todo el vegetariano con hummus, rúcula, tomates y zanahorias) son para comérselos con lo ojos cerrados, meditando; aquí los vasitos repletos de las cremas más deliciosas saben exactamente a lo que llevan...más un toque de magia. -Anna-















domingo, 18 de enero de 2015

La tarta de zanahoria


Una canción para que salga perfecta: Oceans - Coasts (2014), simplemente porque esta es LA canción de Gaby <3

Esta es una receta llena, llenísima de amor. Y de nostalgia. Sí, porque esta es tu receta, Gaby, la de tu abuela, la que cocinamos juntas una tarde y salió perfecta a pesar de usar tazas de Ikea en lugar de una taza medidora, a pesar de no tener el aroma de vainilla en casa (¡blasfemia!). En esta receta hay una infinidad de trocitos de risas, no sé cuántos gramos de respeto y muchísimas cucharadas de amistad. He intentado hacerla más veces desde que te fuiste, ¡hasta me he comprado una taza medidora! y la verdad es que sigue saliendo perfecta. ¿Cómo es posible? Pues, porque la base de la receta seguimos siendo nosotras, y con una masa así, no puede salir nada que no sepa bien. -Anna-


Ingredientes para un molde de Ø 22cm:
1+1/2 taza de azúcar moreno
3 huevos 
2 cucharaditas de canela 
2 cucharaditas llenas de bicarbonato sódico
2+1/2 tazas de harina de trigo integral
1 taza de aceite de maiz de buena calidad
1 taza+1/2 de nueces mondadas
una pizca de sal
2 rodajas desminuzadas de piña en almíbar
3 tazas bien llenas de zanahorias sin zumo 

Para el frosting (sólo en la parte superior):
150g de queso para untar 
 1/2 taza de azúcar glas (al gusto)
zumo de limón al gusto 
una cucharada de mantequilla



Para empezar rallamos las zanahorias y, con la ayuda de un colador, les quitamos un poco de zumo. En otro bol batimos durante unos 3 minutos los huevos con el azúcar, hasta obtener una crema clara y espumosa. Seguimos batiendo y añadimos a la crema el aceite, la canela, la harina, el bicarbonato y la sal. Puede que, por la presencia del aceite, salga una masa un poco rara, pero no os preocupéis y seguid con la receta! Finalmente, vertemos en la masa las zanahorias, la piña desminuzada (sin jugo) y la nueces rotas. Mezclamos todo y vertemos en el molde untado con mantequilla y harina. Si no queremos servir nuestra pequeña delicia con el frosting de queso, antes de hornear la tarta podemos añadir un puñado de nueces desminuzadas encima. Cocinamos a 170º por 45', probando la cocción con un palillo de madera.

Cuándo la tarta esté fría, podemos empezar a preparar el frosting que la acompañará. Para prepararlo mezclamos en un bol el queso, zumo de limón al gusto, la mantequilla y el azúcar (hay que ir probando la crema hasta obtener la dulzura deseada). -Anna-



miércoles, 14 de enero de 2015

Los gofres del finde


Una canción para que salgan mejor: Stand by Me - Oasis (1997) es exactamente lo que cantaréis a vuestros queridos gofres.

De las muchas cosas que nos hacen levantar entusiastas el fin de semana, una tiene efecto inmediato: cocinar (y comer) gofres. Sí, gofres, deliciosas tartitas que con su perfume, su dulzura y su abundancia nos devuelven los momentos felices pasados en Bruselas. Inútil decir que decir lo deliciosos que están es inútil: su consistencia ligera y esponjosa, su delicadez y la manera en la que envuelven a cualquier ingrediente que les acompañe hace de este fascinante postre de origen medieval una delicia sine qua non el domingo no es domingo, sino un día más de la semana.


Ingredientes para 6/7 gofres:

2 huevos medianos
60/70g de azúcar glacé
60g de mantequilla
180g de harina
media cucharadita de levadura en polvo
180g de leche
una pizca de sal


Para empezar derretimos la mantequilla y la dejamos al lado para que se vaya enfriando. Mientras tanto separamos las yemas de las claras y batimos las yemas con el azúcar hasta obtener una crema clara y espumosa (unos 3 minutos). Hecho esto, añadimos gradualmente la mantequilla derretida, la leche y finalmente la harina tamizada con la levadura. Montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal y las añadimos a los demás ingredientes mezclando delicadamente con una cuchara. Calentamos bien la gofrera, y cocinamos los gofres unos 4 minutos. Servimos con yogur griego, mermelada, crema de avellanas, nata, fruta fresca, ... -Anna&Marco-


martes, 6 de enero de 2015

Perfumes de Provenza: Avignon, Arles, Aigues Mortes y Nîmes



Una cosa es cierta: la Provenza y, en general, todo el Sur de Francia conquista, enamora, se marca dentro del corazón y de la mente y deja un rastro indeleble en cualquier viajero.


Tanto en Semana Santa, cuando nosotros las visitamos, como en el resto del año, estas tierras regalan un auténtico viaje en el tiempo y seducen a través de la sencillez y tranquilidad de su gente y de sus pequeñas ciudades rurales, de los colores de sus fiestas y tradiciones y de los perfumes a lavanda, carne asada y paella (sí, paella) que se difunden por las callejuelas de casas de piedra y por las encantadoras plazuelas con sus iglesias de pintura y sus tiendecitas de manteles, aceite de oliva, arroz rojo y especias.


Los vestigios de épocas y esplendores pasados, una arena romana, un puente testigo de siglos de historia, palacios que sirvieron de morada a papas y reyes, murallas y torres nacidas para proteger, todos sirven hoy de magnífico escenario a una naturaleza abundante e idílica, que une magistralmente y silenciosamente grandes lagunas verdosas, majestuosos flamingos, infinitos campos cultivados, olorosas flores y hierbas.


Aquí toros y caballos salvajes disfrutan, cuándo el hombre les deja, de una vida libre y de un horizonte único en el mundo. Aquí un pequeño barco de madera abandonado al lado de un río se cubre de una belleza única, de la que sólo se encuentra en las pinturas de maestros como Vincent Van Gogh, que de la Provenza se dejó conquistar, como nosotros.


Tip gastronómico: al igual que muchos sitios rurales, la Provenza es una tierra de inconfundibles delicias pero no para vegetarianos. Como siempre ¡no hay que desanimarse! Si pasáis por Nîmes, por ejemplo, no os dejéis escapar L'Escale des Saveurs, pequeño restaurante familiar con un menú vegetariano increíblemente abundante y rico, atmosfera íntima y servicio inmejorable. Nosotros lo encontramos por pura casualidad, cuando, desesperados porque el restaurante vegetariano al que queríamos ir estaba cerrado, una chica nos dijo con infinita dulzura "Mangez ici! C'est délicieux!": tenía toda la razón.
Otro sitio agradable y familiar se encuentra en la preciosa y pintoresca Arles. Estamos hablando de la crêperie Chez Mam Goz, ideal para un disfrutar de un goloso almuerzo al lado del teatro romano y del arena. Su crêpe de cebolla, queso de cabra, Roquefort y nueces es para morirse. -Anna-




























sábado, 3 de enero de 2015

Arroz integral con crema de calabacín



Una canción para que salga más cremoso: 5 Years Time - Noah and the Whale (2008) es fresca y ligera como este plato.

La receta de hoy no es una receta de alta cocina, no, es una receta pensada para cada día. Sí, porque el riquísimo plato de arroz cremoso que veis en la foto, una vez sacada la foto obviamente, ha sido empacado en un tupper y llevado directamente al trabajo, donde ha dignificado con honor una pausa de media hora. Este plato de arroz es, literalmente, un plato de arroz, sencillo, sano, ligero como cualquier otro plato de arroz hervido. Su carácter fresco y delicado se lo confiere la ligera crema de calabacín que lo acompaña. Juntos forman una pareja que os hará compañía en el almuerzo de cada día, porque el tiempo para cocinar (y comer) podrá ser poco, pero las ganas de cuidarse no deben faltar nunca.


Ingredientes para 2 personas:
160g de arroz integral
2 calabacines
una cucharadita de ajo picado
aceite OVE, pimienta de Cayena molida, sal y pimienta negra

Para empezar, ponemos una olla con agua y sal a hervir. Para preparar la crema de calabacín, comenzamos limpiando los dos calabacines y cortándolos en rodajas muy finas. En una sartén, ponemos a dorar el ajo con 3 cucharadas de aceite y una puntita de pimienta de Cayena; cuándo el ajo esté listo, añadimos las rodajas de calabacín, sazonamos con sal y pimienta y salteamos a fuego vivo durante cinco minutos. Mientras tanto el agua habrá empezado a hervir y podremos poner el arroz a cocinarse.
Guardamos a un lado 1/3 de los calabacínes y en un mixer ponemos los restantes 2/3 de ellos, una cucharada de aceite y vamos añadiendo gradualmente agua de cocción del arroz hasta obtener una crema lisa y homogénea. Cuándo el arroz esté listo, lo colamos, lo volvemos a poner en una sartén a fuego bajo y lo amalgamamos cuidadosamente con la crema. Servimos y completamos el plato con las rodajas de calabacín que habíamos dejado al lado antes, un toque de pimienta negra y una gota de aceite. Comemos caliente. -Anna-